Cierta vez,
un escultor encontró abandonado, entre unos escombros, un trozo de mármol de
Carrara echado a perder, seguramente por algún inexperto. El escultor se detuvo
frente a aquella piedra y viendo que era aún aprovechable, dijo –“En su interior hay un ángel escondido”-
. Lo llevó a su taller y lentamente fue labrando el mármol.
Ese escultor
se llamaba Miguél Ángel, y de esa piedra, que nadie quería, surgió la maravillosa
estatua del Davíd.
Curiosidades de la historia
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